LA MUSICA EN EL PERÚ
Los
españoles que llegaron en un primer lugar al Perú (inicios del s. XVI) eran
gente de armas.
Vinieron con el conocimiento de sus cantos guerreros y campesinos, monódicos.
Estos, si bien forjados desde la Edad Media y quizá antes, de influencia
bárbara y árabe, estaban ya sumergidos en las aguas de la revolución
renacentista. Junto con los soldados llegaron los religiosos, quines usaron la
música como arma para la catequesis. Así, al enseñar a los indios a entonar el
canto llano y el organum (o sean, el canto monofónico eclesiástico llamado
gregoriano y la polifonía renacentista), necen las primeras manifestaciones de
mestizaje musical.
A
principios del s. XVI aparece en el libro Ritual Formulario e Institución de
Curas del franciscano sacerdote de Andahuaylillas Juan Pérez de Bocanegra un
canto procesional escrito en idioma quechua titulado Hanac Pachap (Midi file,
1,4 Kb), que constituye la primera muestra sobreviviente de música occidental
escrita en el Perú. Su autoría es dudosa, pues bien pordría pertenecer a un
indígena instruido como a algún religioso de mediano talento, atribuyéndose la letra
el mismo autor del libro.
Lo que si
es claro es que se trata de una obra de estilo polifónico renacentista, con
cadencias de musica sub intellecta o musica ficta y, aunque muchos piensen lo
contrario, difícilmente se encuentran en sus líneas rezagos pentafónicos, sino
mas bien, sabores modales.
Los
principales centros musicales se establecieron, como en toda América, en los
centros religiosos. Así, en el Perú, fueron Cusco, Lima y Trujillo los centros
más importantes y Arequipa, Huánuco, Huamanga otros de menor escala. Sin
embargo, en todas las iglesias se hacía música, ya sea de órgano o vocal.
Muchos son los músicos extranjeros que recalan por estas tierras en estas
épocas, la mayoría peninsulares: Cristóbal de Belzayaga, Pedro Jiménez, José de
Campderrós, Gutierre Fernández de Hidalgo, quienes, además, introdujeron en
América música de Palestrina, Cristóbal de Morales, Francisco Correa de Arauxo,
Cabanillas, Aguilera de Heredia, Tomás de Herrera, etc.
El
Barroco musical Americano en el Perú
El barroco
musical se asienta en el Perú a fines del s. XVII. La forma musical más
utilizada durante este período es el villancico barroco español.
Esta forma puede ser monofónica o polifónica. Consta de dos secciones:
Estribillo y Coplas, que se alternan. Por lo general, y si el villancico es
polifónico, el estribillo está en ritmo ternario y contrapunto imitativo y las
coplas en ritmo binario y estilo homofónico, similar al del coral alemán.
Estaban acompañadas por un bajo continuo de órgano u arpa y violón.
Los
villancicos se escribieron para todas los oficios y festividades de la iglesia.
En un principio se importaron de España,
pero luego, con la venida de músicos de Europa, se compusieron aquí por estos y
por peruanos mestizos religiosos iniciados en el arte musical. Cabe mencionar,
entre los músicos extranjeros llegados al Perú, al español Tomás de Torrejón y
Velasco, autor de la primera ópera americana existente, La Púrpura de la Rosa,
con texto de Calderón de la Barca y estrenada en Lima en 1701. Otro español de
la época es Juan de Araujo (1646-1712), famoso por sus villancicos Fuego de
Amor, Los Cóflades de la Estrella (negrito), etc. Del Cusco es Ignacio Quispe,
autor de A señores los del buen gusto.
Con el
paso de los años se deja de lado el estilo español y se introducen formas y
modos italianizantes, tal como fue en la corte de la Metrópoli, adoptándose los
cánones en boga en la península: la monodia (canto y bajo continuo), el uso de
un conjunto instrumental de dos violines y bajo, sin violas, las cantatas para
voz sola, etc.
En el
Perú, la introducción del
gusto italiano se debió al Virrey Manual de
Oms y Santa Pau, marqués de Castell dos Rius. Junto con él llegó el músico
italiano Roque Cerutti (1688-1760), quien introduce el violín, el recitativo
seco, el bajo continuo, el pensamiento armónico, las partes obligati y el aria
da capo. Compuso óperas, como El Mejor Escudo de Perseo y Triunfos del Amor y
del Poder,
al estilo napolitano. También compuso el sainete A cantar un villancico (MP3,
4,92 Mb, temporalmente no disponible). En el Cusco florece Esteban Ponce de
León, compositor de la serenata Venid, venid Deydades.
Alrededor
de 1706 nace en la ciudad de Huacho el más grande compositor del barroco nacido
en la región: José de Orejón y Aparicio. Sus obras, de influencia napolitana,
muestran un dominio total de la técnica composicional del período. Su
influencia directa fue Cerutti, pero pronto sobrepasó a su modelo.
Entre sus obras más conocidas están La Mariposa, la cantata ¡Ah del gozo!, la
Pasión según San Juan y se conoce que escribió música para órgano (dada además
su condición de mastro de capilla de la catedral de Lima), pero su obra
instrumental no es conocida. Murió en Lima en 1765.
Hacia
mediados y fines del siglo XVIII, se hizo popular la música de escena, sobre
todo las tonadillas escénicas. Estas piezas consistían en sainetes aderezados
con canciones y ritmos populares. Conocidos de esta época son los compositores
Bartolomeo Massa, italiano y Rafael Soria. También son famosas las cantantes
Inés de Mayorga y Micaela Villegas "La Perricholi", amante del virrey
Amat.
Estos
últimos años del siglo XVIII y los iniciales del siglo XIX marcan la decadencia
de la música virreinal barroca. En el Perú no se dio la aparición del estilo
musical clásico. Si bien hubo una simplificación de los elementos propios de la
música de los siglos XVII y XVIII, esta simplificación no devino en la
aparición de un nuevo estilo, sino más bien se siguió la pauta marcada por
España y se tuvo un estilo italiano homofónico (tal como sucedió en la
península bajo la influencia de Scarlatti, Carlo Broschi "Farinelli"
y Bocherini) A este período pertenecen Toribio del Campo y Pando, célebre por
su Carta sobre
la música aparecida en el "Mercurio Peruano",
Juan Beltrán, maestro de capilla de la catedral de Lima hasta 1807, Pedro
Jiménez de Abril o Pedro Tirado, y el genovés Andrés Bolognesi, quien introdujo
la ópera de Cimarosa, Paisiello y Rossini, y mandara transcribir la música de
los archivos de
la catedral a notación moderna (anteriomente se usaba la notación mensural),
deschando lo que consideraba muy anticuado y destruyendo los originales de
estas transcripciones por inservibles.
El último
maestro de capilla que tuvo por ese entonces la Catedral de Lima fue Bonifacio
Llaque, autor de música religiosa, quien en 1839 tuvo que renunciar al verse
privado de sueldo al igual que todos los músicos, dando fin así a toda una
época de florecimiento musical, entrando a un estado de atraso grande del arte
de los sonidos, como se verá en el siguiente capítulo.
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